
Avelino Díaz y Salgado nació en Buenos Aires en 1800 y se lo considera el primer físico y matemático argentino.Este Q.:H.: integró la L.: Estrella del Sur de Chascomús, Provincia de Buenos Aires. Con el objeto de dar a conocer sus vínculos y referentes masónicos, subrayaré los nombres de las personas que figuran en esta plancha y pude constatar su pertenencia a la Orden, aunque no encontré información sobre la L.:.Su especial vocación para el estudio de la matemática lo llevaron a estudiar con Manuel Herrera, José Lanz y Felipe Senillosa, convirtiéndose en el discípulo mas destacado de este último matemático. Juan María Gutiérrez dice en su biografía: "Díaz consideraba el estudio de las matemáticas mucho más útil como medio para cultivar la razón que como conjunto de teorías aplicables a las necesidades de la vida y de la sociedad. Criticaba a aquellos maestros que fatigan la memoria del discípulo con los pormenores minuciosos, desatendiendo el encadenamiento natural de las ideas."En 1816 y 1822 se introducen en la enseñanza del Río de la Plata las ideas de Poisson y Biot, siendo Juan Crisóstomo Lafinur quien saca a la física del período escolástico, pero no la incorpora aún en el período experimental. La física experimental aparece nombrada, pero aún no en los hechos, en 1825, con el curso que dicta Avelino Díaz "sin el auxilio de los instrumentos". Dos años después se dicta en Buenos Aires el primer curso de física experimental que merece ese nombre y es el gobernador Rodríguez quien informa en su mensaje del año 1824: "Un laboratorio de química, una sala de física más completa, han sido conducidas de Europa para servir a la enseñanza de las ciencias naturales”.Avelino Díaz genera un cambio en la mentalidad para la enseñanza de la física, pues en su curso declara que adoptará un término medio entre la tendencia experimental y la que quiere someter todo al análisis diciendo que: " la experiencia conducirá a establecer principios fundamentales y valiéndose del análisis se deducirán las consecuencias”. Esto indica que Díaz tenía un sentido exacto del significado de la experiencia y de las conexiones entre ella y el cálculo. Es que Díaz como todos los hombres de ciencia de aquella época debían sus conocimientos a las fuentes francesas y se inspiraban en ellas.En 1821 se crea el departamento preparatorio para un curso de ciencias físico-matemáticas a desarrollarse en dos años, cuya dirección obtuvo don Avelino Díaz, en cuyo programa además de los principios de la mecánica figuraba una parte de la dinámica, y principios de física general. Si ha de fijarse una fecha y grabarse un nombre que sean símbolo del comienzo de la enseñanza de la física en el país con un criterio científico debe volverse la mirada al 1822 y la figura de Avelino Díaz.Sabemos que, una vez creada la Universidad de Buenos Aires en 1821, la Academia de Matemática quedó incorporada a ella con el nombre de Departamento de Ciencias Exactas. Prefecto del nuevo Departamento fue designado Senillosa, el profesor del primer organismo. Casi de inmediato se creó una cátedra de matemática elemental en el Departamento de estudios preparatorios, denominada "Curso de ciencias fisicomatemáticas", que fue otorgada por oposición al porteño Avelino Díaz. Éste inició sus clases el 9 de abril de 1821, con la asistencia de 62 alumnos. En 1821 ganó por concurso la cátedra de Ciencias Fisicomatemáticas en la Universidad de Buenos Aires, que dictó hasta 1830. También fue miembro de la Sociedad de Ciencias Fisicomatemáticas y presidente del Departamento Topográfico. El curso dictado por Díaz abarcaba dos años. El primero comprendía aritmética, geometría y álgebra; en el segundo se estudiaban álgebra, trigonometría rectilínea y esférica, matemática, principios de mecánica y geografía. Una disposición de la Universidad, del 6 de marzo de 1823, estableció que "los profesores debían preparar los trabajos dictados en el establecimiento a fin que sus lecciones fuesen impresas oportunamente, para comodidad de los discípulos y regularidad del estudio". Según lo dispuesto, Díaz publicó tres obras que demuestran su capacidad de matemático y, de haber vivido más tiempo —escribe Juan María Gutiérrez—, su autor habría figurado entre los primeros geómetras del mundo. Dotado de gran inteligencia pero de complexión débil, hacia 1829 su salud declinó gradualmente a causa de una enfermedad pulmonar. Falleció el 1º de junio de 1831 en las cercanías de Chascomús, se efectuó el sepelio de sus restos en Buenos Aires el día 20 del mes de junio entre sentidas demostraciones de pesar por parte de colegas y discípulos.Sus restos fueron llevados a pulso al lugar de la inhumación por Vicente López, Felipe Senillosa, Arenales, Ibáñez (su sucesor en el departamento topográfico), Tomás Guido y Octavio Mossotti, ante una concurrencia de más de 250 personas.